Diez minutos para soñar

Por Pedro Luis Melero2 min

El Deportivo de la Coruña no pudo hacer de Delle Alpi uno más de los escenarios de sus gestas europeas y quedó apeado de los cuartos de final de la Liga de Campeones. El Juventus no mereció la victoria, pero demostró su experiencia en los últimos minutos del choque. Los de Marcello Lippi se adelantaron muy pronto en el marcador, por medio de Ferrara, que remató solo un saque de esquina. Las cosas pintaban mal para los gallegos, virtualmente eliminados, pera la calidad de sus jugadores podía explotar en cualquier momento. Tristán y Makaay, que fueron el tándem titular del ataque del Dépor en la fría noche turinesa, lograron acercarse al área rival, toda vez que los de Javier Irureta se fueron haciendo con el dominio del balón. El dominio llegó a ser tal, que la igualada era cuestión de tiempo: llegó con la magia del sevillano Tristán, que conseguía el empate pasada la media hora de juego, al rematar con acierto una jugada de Makaay, y abría de nuevo las esperanzas de clasificación. Con la esperanza en el resultado y el equipo español volcado en torno a la portería de Buffon se llegó al descanso. Fran dejó su sitio para la entrada de Capdevila, como refuerzo de la banda izquierda blanquiazul. El acoso del Dépor era ya total, y la Juve, ausente Del Piero por una gripe, apenas inquietaba a Juanmi en algunos contraataques aislados. Así, antes de que corrieran diez minutos de la segunda mitad, los corazones gallegos se aceleraron: Roy Makaay puso por delante a los coruñeses y metía al Deportivo de lleno en la lucha por la Champions. Pero el fútbol le tenía reservada al cuadro gallego una mala jugada: primero el francés Trezeguet dejó las cosas como al comienzo, después de haber dado un aviso con un remate al poste, y sin tiempo para reaccionar, cuando los coruñeses morían matando en la portería del conjunto albinegro, el croata Tudor marcaba el tanto de la victoria de la Vecchia Signora. El fútbol fue injusto con el que mereció, pero lo que cuentan son los goles. A Irureta y sus chavales, al igual que hace una temporada, ya sólo le queda un amargo trámite: recibir al posible anfitrión de la final para despedirse dignamente de la Liga de Campeones.