Actores: Violeta Castillo, Mauricio Vaca, Ingrid Isensee, Ernesto Melendez, Juan Cano, Si
Género: Drama
Duración: 90 Minutos
País: Chile
Año: XXII
El séptimo arte está siendo testigo, sobre todo ahora, pero cada vez más de las distintas intentonas por parte de los grandes directores para innovar o marcar una nueva frontera con sus filmes. Si llegar lejos y satisfacer al cada vez más exigente espectador antes era complicado, ahora resulta casi imposible ya que, como quien dice, prácticamente todo está inventado. Antes el gran objetivo de la película era entretener a un público fácilmente impresionable, hoy en día lo primero que buscan los cineastas es trascender el mero entretenimiento, lo que cada vez conlleva una mayor responsabilidad, y oculta tras de si una mayor probabilidad de fracaso.
El chileno Roberto Diveris amplía sus horizontes poniendo a prueba al público con su nueva película, Las plantas, que promete no dejar indiferente a nadie. Su trama toma de protagonista a Florencia, una joven de diecisiete años cuya situación familiar es cuanto menos critica. Su madre está enferma y lo que al hermano respecta, se le ve en estado vegetativo. Ante tal panorama es ella la que debe tomar las riendas de la situación y ocuparse de su familia. No obstante, por muy responsable que pretenda llegar a ser, aún no ha madurado del todo y tanta carga al principio le viene grande.
Este argumento sirve como pretexto ideal para mostrar a aquel que quiera verlo, el despertar de una jovencita a la edad adulta, una niña cuyas circunstancias obligan a madurar de pronto, sin pasar si quiera de puntillas por la juventud, ni disfrutar de sus imperfecciones. El título del largometraje hace clara referencia al estado lamentable por el que atraviesan los seres más cercanos a la protagonista, que parecen plantas al cuidado de la misma. Alguien tan joven como Florencia necesita un pretexto para seguir adelante y el suyo es un comic llamado Las plantas, que habla sobre unas extrañas criaturas que mezcladas entre humanos y naturales añoran la caza de cualquiera que se ponga a tiro en todos los sentidos. Sola y a ciegas la chica es conducida a un mundo de exploración y autodescubrimiento demasiado censurable para algunos y brillantemente original para otros.
El debate en este aspecto está servido. Puede que el método del cineasta sea brusco y peque de una crudeza excesiva, los planos y fotografías tampoco esconden lo que se pretende desde un principio, ilustrar del modo más fiel el despertar sexual de una muchacha que se siente perdida en un panorama donde el autoconocimiento es la única via de escape. Si lo que buscaba el chileno era salirse de lo establecido, con su proyecto lo ha conseguido por completo, el tema está en que quizá no ha logrado el impacto social que pretendía.
La historia se centra demasiado en el plano sexual y ni siquiera deja un mensaje claro, esto cara a la crítica puede traducirse como sensacionalismo vacío y ahí se detecta el problema, en ese falso efectismo. Mientras avanza la trama nadie ve la experiencia de una jovencita obligada a avanzar sola por la vida, se percibe a una mujer vacía compartiendo reflexiones mal enfocadas o gestionadas que algunos interpretaran como hallazgo perfecto y para otros se quedara en una forma vacía de llenar un metraje quizá excesivo. Lo cierto es que el plano interpretativo tampoco ayuda demasiado, la cantante chilena Violeta Castillo no da la talla metida en la piel de la angustiada cabeza de turco del relato y sus compañeros de plantel tampoco ayudan en exceso. Sus declamaciones no llegan a transmitir apenas nada, mucho menos la credibilidad, angustia y curiosidad femenina que busca el director del metraje.