LA úLTIMA CANCIóN (Sean Mewshaw, XXII)

Las segundas oportunidades que brinda la vida

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La última canción

Director: Sean Mewshaw

Actores: Rebecca Hall, Jason Sudeikis, Joe Mangianiello, Griffin Dunne, Dianna Agron

Género: Romance

Duración: 105 minutos

País: EE.UU

Año: XXII

La pérdida de un ser querido se puede afrontar de muchas maneras y en La última canción podemos ver un buen ejemplo de ello. No estamos hablando del metraje de 2010 protagonizado por Miley Cyrus antes de que diera un cambio radical. Estamos hablando de la historia de Hannah, quien intenta recomponer su vida tras el fallecimiento hace tres años de su marido, Hunter Miles, un afamado cantante de folk que tan solo grabó un álbum antes de su prematura muerte en un accidente de senderismo. El disco llegó a convertirse en un álbum de culto. La recién enviudada Hannah intenta rehacer su vida escribiendo una biografía sobre él. Andrew, un atrevido escritor de Nueva York, la contacta para aportar su propia versión de la vida y muerte del músico. Entre ambos surgirá una relación muy especial, que les ayudará a pasar página y disfrutar de nuevo, de la vida.

Difícilmente La última canción puede llegar a ser del todo una comedia romántica en estado puro cuando por un lado se intenta rendir un homenaje al marido muerto y por otro se escenifica un juego de seducción para conquistar a la enviudada. En un principio el director, Sean Mewshaw, permite que Hannah y Andrew descubran sus sentimientos alrededor de Hunter, para poco a poco dar paso a una más que predecible comedia romántica. El guion no se centra en mitificar la figura de Hunter Mills como si fuera un nuevo Kurt Cobain, sino en los sentimientos y emociones de Hannah para proteger la memoria de su marido. Se agradece los esfuerzos por alejarse de los clichés del género gracias a ese toque dramático de la historia, pero La última canción se queda a medio camino y no pasa de ser una discreta película bien intencionada y sincera.

A pesar de la química entre Rebecca Hall y Jason Sudeikis sus personajes son poco creíbles. La historia de un erudito de la cultura pop que ve a Hunter Miles como un ídolo es una pieza difícil de encajar como la nueva pareja sentimental de Hannah, sino más bien como una fantasía propia de un fan que quiere ocupar el puesto de su héroe y más teniendo en cuenta el poco tiempo transcurrido en el desarrollo de la trama. Por otra parte, a Sudeikis, conocido principalmente por sus papeles en comedias, parece que le cuesta trabajo asumir una interpretación más sobria y dramática de lo acostumbrado por esos tics cómicos algo exagerados que utiliza en muchas escenas a lo largo de la película para provocar que no nos tomemos en serio su personaje y sacarnos de la historia.

Hay que romper una lanza a favor del elenco del filme ya que es competente. Tiene una galería de secundarios estupenda en la que sobresale un Griffin Dunne que se lleva de calle los mejores momentos mientras reivindica la pureza de la vida rural (la cinta está rodada en los agrestes y gélidos paisajes de la Nueva Inglaterra más profunda) frente la deshumanización de la gran urbe, representada por Nueva York. Es tan ingenuo y obvio que acaba resultando hasta entrañable.

Posiblemente lo mejor de la película sea el excelente trabajo del compositor de Seattle, Damien Jurado, que escribió la mayoría de las canciones de la banda sonora y suministra la voz de Hunter Miles para conseguir que parezca un genial artista. Una comedia romántica con ciertos toques de melodrama. Todo lo que pasa en ella es perfectamente previsible desde los primeros minutos y, una vez que han sido presentados los personajes, la trama discurre sin hueco para sobresaltos ni sorpresas.

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