Actores: Cyril Dion, Mélanie Laurent, Pierre Rabhi
Género: Documental
Duración: 118 minutos
País: Francia
Año: XXII
Hace aproximadamente tres años el teléfono de una mujer embarazada comienza a sonar. Aquella mujer era Mèlanie Laurent, actriz protagonista de Malditos bastardos, Ahora me ves… o Beginners. Al otro lado estaba Cyril Dion, un joven activista que no se equivocó al pensar que la cara de la guapa actriz llamaría la atención en el proyecto que se proponía.
“¿Sabes en el mundo que vivirá tu hijo cuando sea más mayor?”. Quizá Cyril sabía que a Mèlanie podría afectarle pensar en esa pregunta, quizá es una pregunta que deje, o debería de dejar, intranquilos a todas los padres y madres del mundo. El caso es que la convenció y de esa unión nació Mañana(Demain, su título original).
Se tiende a creer que las películas más taquilleras suelen ser las películas más comerciales que hay en cartelera. Aquellas por las que uno paga la entrada solo para pasar 90 minutos de ocio sin esfuerzo. Mèlanie y Cyril podrían haber pensando esto mismo cuando en la sala de cine de Paris donde estrenaron sólo había 9 personas (9 personas que aplaudieron al terminar la sesión, todo hay que decirlo). Pero cinco meses después –vista la película por casi un millón de personas, vendida en 30 países y ganadora del Cesar al mejor documental de 2016- puede que crean que sí que hay un futuro posible.
Mañana es un documental que comienza de manera inquietante, casi angustiosa, quizá no pretenda asustar, seguramente trate de ser realista, porque los datos casi siempre asustan y sobre todo cuando un estudio científico vaticina una catástrofe planetaria hacia el año 2100 como resultado de una crisis económica, ecológica y social. Mèlanie y Cyril sabían que “salvar el planeta” era un objetivo demasiado ambicioso. ¿Por qué entonces no empezar mostrando a la gente que hay un cambio posible?
En este momento en el que estamos constantemente salpicados con “documentales catastrofistas” esta pareja decide hacer algo diferente. Mañana va mucho más allá del simple “hay que cambiar”, Mañana muestra soluciones y nos alienta haciéndonos ver que sí que hay proyectos, ideas… y, al fin y al cabo, personas, que se esfuerzan por hacer del mundo un lugar mejor. Que la gente sí que actúa, que a la gente sí le interesa el cambio, que hay personas que sí están haciendo algo y nos dejan pensando por qué nosotros no lo hacemos ni en las pequeñas cosas cotidianas.
Durante el documental los protagonistas recorren los cinco continentes, desde Europa hasta la India, pasando por Estados Unidos y la Isla de reunión. La variedad es una de las cualidades del reportaje: todo tipo de paisajes, todo tipo de personas, todo tipo de proyectos que dejan al espectador con la boca abierta. Y no solo se habla del cambio climático, tema al que todos estamos acostumbrados a escuchar en documentales de este tipo, no solo muestra iniciativas como la eco agricultura o las energías renovables, no solo el ámbito ecológico necesita cambios. Mañana está dividido en cinco capítulos: agricultura, democracia, economía, energía y educación. Y para cada uno de ellos muestra soluciones que se están llevando a cabo en distintas partes del mundo, pues todos los ámbitos mejorables son igual de importantes.
Y cuando creías que toda esa angustia que habías sentido al principio del documental había desaparecido gracias a ver cuántas personas ya actuaban sobre los problemas del mundo actual. Mèlanie y Cyril te recuerdan que “la amenaza del futuro sigue ahí, de pie” y que no puedes dejar que unos pocos salven el mundo.
Mañana no es solo el sueño visionario de Mèlanie y Cyril, tampoco de las personas que ya actúan a través de sus proyectos. Es también la de 10.266 personas que ayudaron a financiar la película a través de la plataforma de Kisskissbank en la que se recaudaron 444.390 euros, cifra récord de recaudación para un documental. Y tras ver Mañana, seguramente será el sueño de todos aquellos que hayan recorrido el mundo a través del objetivo de la cámara de Cyril.
Como se escucha en el tráiler: “Es cierto que no puede haber una democracia perfecta, ni una economía perfecta, pero sí que se puede hacer del mundo un lugar mejor (…) Hay soluciones y, si nos entregamos y unimos nuestras fuerzas y corazones, podemos cambiar el mundo”.
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