Actores: Bruce Willis, Rebecca Hall, Catherine Zeta-Jones, Joshua Jackson
Género: Comedia
Duración: 94 minutos
País: USA
Año: XXII
Beth llega a Las Vegas con la esperanza de trabajar como camarera en algún casino importante. Al principio, tiene que conformarse con servir mesas en un simple restaurante, pero uno de los clientes del local le presenta a Dink, un fanático de los deportes con una esposa celosa. Beth, se enamora del viejo y él ve en ella algo distinto a una cara bonita. Ella no sabe mucho sobre el juego pero es un genio de los números. Y sin apenas darse cuenta, terminará en una operación de apuestas ilegales.
Rostros conocidos del panorama cinematográfico se ponen a las órdenes de Stephen Frears, quien a lo largo de su trayectoria como director, nos ha dejado títulos como Las amistades peligrosas, Alta Fidelidad y La Reina, entre otras. Ésta última, le valió su segunda nominación al Oscar como Mejor Director en el 2006. Cierto es, que quizá, éste no sea uno de sus mejores trabajos pero al menos nos distrae y nos hace pasar un rato agradable.
Una película ambientada en el mundo de los timadores y jugadores. La gracia valedora de la película la pone Bruce Willis con una interpretación bastante aceptable, dando vida a Dink Heimowitz. Un jugador, que dirige operaciones sobre apuestas de alto octanaje en su oficina en Las Vegas. Es inteligente pero también es un adicto y, como ocurre con cualquier jugador, tiene rachas mejores y rachas peores.
Rebeca Hall, es la pieza central de la película, quien asume el papel de Beth Raymer. Su actuación no llega a ser realmente convincente y resulta ineficaz a la hora de conseguir mantener la atención del espectador. Bet, es una stripper de Florida que decide ir en busca de su sueño. Pero descubrirá que algo que parecía demasiado fácil no lo será tanto.
La forma en la que la película maneja el mundo de las altas apuestas deja muchos huecos al descubierto y siembra en el espectador dudas para entender que está sucediendo en cada momento. El guión pasa por alto detalles que son necesarios para comprender toda la historia.
La gran mayoría de las películas que versan sobre este tema inhalan los vapores de la desesperación que se acumula alrededor de vidas dañadas dedicadas a arriesgar. Doble o nada ha intentado llevar a cabo un rumbo diferente, eligiendo lo dulce frente a lo agrio y sobre todo, enfatizando la inocencia de la protagonista.
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