Existe una residencia en la frontera entre Francia y Bélgica que acoge a niños con discapacidad mental y problemas de adaptación. Allí, los docentes tratan de resolver las incógnitas que plantean las dificultades de estos chicos, siempre tratando de hacerlos felices.
La cinta, dirigida por Mariana Otero, muestra sin tapujos la vida en el sanatorio, dejando que sea el espectador quien saque sus propias conclusiones. Se trata de un documental tierno, en ocasiones desconcertante, que trata de entender y dar un significado a las pequeñas anécdotas que protagonizan los pequeños. Así, los profesionales del centro elaboran un psicoanálisis de cada uno de ellos, ahondando en su mundo interior y tratando de sacarlos de ahí.
En ocasiones, este intento de “bucear” en la mente y el corazón de los niños va demasiado lejos, analizando todas y cada una de sus acciones y reacciones, hasta un punto en el que todo el proceso pierde credibilidad. El simple hecho de dejarse un grifo abierto o engordar unos kilos significa que el interno en cuestión tiene un “desbordamiento interior” o un acumulamiento de psicóticos, algo que un espectador común no llega a comprender.
En cualquier caso, A cielo abierto es un filme que da una visión distinta de la vida de los menores con problemas mentales más allá de lo que vemos en los medios de comunicación o en la red. A través de él podremos entender mejor a estos muchachos y a sus familias, las situaciones y problemas por los que pasan y que tienen que superar, los obstáculos que encuentran a la hora de escapar de sí mismos y abrirse, por fin, a cielo abierto.
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