Relatos salvajes es una película cínica, gamberra, compuesta por seis episodios presididos por el humor negro. Las historias están basadas en aquellas reflejadas en Cuentos asombrosos, una serie de televisión creada y producida por Steven Spielberg.
Los relatos, dirigidos por el argentino Damián Szifrón, están unidos por una sola cosa: sus personajes se verán empujados hacia el abismo, la autodestrucción, el placer de pasar de la civilización a la barbarie y del control al caos. Todo ello, sumido en la cotidianidad de sus vidas, quebradas de pronto como un hilo que se rompe y deja un objeto caer al vacío.
La acción ha sido comparada con los dibujos animados por el estilo exagerado y los personajes que casi parecen convertirse en caricaturas, clichés deformados para provocar la risa. Se trata de una narración ingeniosa que pone de manifiesto y casi ridiculiza la desigualdad, la violencia y la corrupción de la sociedad postmoderna. En algunos momentos parece que la intención de los creadores de Relatos salvajes es suavizar la tragedia, moderar temas demasiado serios con un intento de comedia que no siempre resulta.
El filme es un ensalzamiento del hombre loco, sin ataduras. Celebra la ruptura de aquello dentro de cada uno que nos ayuda a ser un poco más humanos. Plantea la pregunta: ¿qué pasaría si ya no pudiéramos distinguir entre el bien y el mal?¿Qué pasaría si no importara?
Se trata de una interpretación descarada de la naturaleza de las personas a lo largo de una trama que, para bien o para mal, no dejará indiferente a nadie.