Una historia real, actores no profesionales, sorprendentes tradiciones mongolas y grandes dosis de magia y emoción son los ingredientes de La historia del camello que llora, una de las películas más originales de los últimos años. El filme narra la historia de una familia de pastores nómadas en el desierto de Gobi (Mongolia) que tiene que afrontar una crisis cuando una madre camello rechaza a su cría nada mas nacer. Para evitar que el pequeño camello muera, los hijos de la familia van en busca de un violinista, para que con su música puedan llevar a cabo un ritual impresionante. Finalmente, la música tiene su efecto sobre la madre que derrama verdaderas lágrimas y vuelva a aceptar a su cría.
Rodada magistralmente por dos estudiantes del último curso de la Escuela de Cine de Munich, La historia del camello que llora está caballo entre la ficción y el documental. Filmada íntegramente en Mongolia y con escasos medios, los directores -una joven mongola y un italiano- escogieron a una verdadera familia de pastores nómadas del desierto y les pidieron que se comportaran ante la cámara tal y como lo hacían en su vida cotidiana.
En la película, además de la historia sobre el camello y su cría, se plasman también todas las sorprendentes tradiciones de una auténtica familia de nómadas en pleno desierto. Se pone de manifiesto el conflicto que supone para las jóvenes generaciones decidir entre mantener unas costumbres y un modo de vida hoy en día casi desaparecidos o sucumbir ante los innegables atractivos de la occidentalización.
Byambasuren Davaa, la codirectora, que nació y creció en Mongolia, se inspiró en una historia que había oído de pequeña para la idea del filme. Davaa, junto con su compañero el italiano Luigi Falorni, se trasladó a Mongolia en busca de algo parecido y tuvieron tan buena suerte que consiguieron grabar el parto de una camella y el posterior rechazo de la cría.
Para ambos, La historia del camello que llora es un "documental narrativo" que cuenta una verdadera historia de amor, no entre humanos, sino entre una camella y su pequeña cría. La suerte cambia para el pequeño animal cuando el ritual provoca su efecto sobre la madre, lo que para Falorni supone la prueba evidente de que "ninguna vida es posible sin amor".
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