Carmen Rosa Fernández.- Los oscar del 2000 han deparado pocas sorpresas. Los miembros de la Academia continúan su tradición de premiar grandes superproducciones decantándose por la espectacular historia épica Gladiator como mejor película del año. Por su parte, el actor español Javier Bardem ha visto roto su sueño americano al caer el Oscar a mejor actor en las manos del gladiador Russell Crowe. Julia Roberts ha resultado premiada como mejor actriz por su interpretación en Erin Brockovich.
Un gladiador vengador de la injusticia y la violación de su honor, y una mujer independiente y decidida, que se enfrenta a la gran industria química son los personajes con los que Russell Crowe y Julia Roberts han conseguido sendos oscars en esta primera edición del tercer milenio, la 73ª gala de las doradas estatuillas. A pesar de la incertidumbre inicial en el premio al mejor actor con un peso pesado de la industria como Tom Hanks y una posible revelación como Javier Bardem, finalmente el actor australiano ha visto recompensada su anterior derrota por The Insider.
El premio de Crowe ha sido el preludio para el gran premio final que esperaba a ese filme, carne de Oscar, que es la gigantesca Gladiator, de Ridley Scott. No obstante, la magnífica Traffic no podía irse sin recompensa y la doble candidatura de su director, Steve Sonderbergh, ha dado sus frutos proporcionándole el Oscar al mejor director. Este filme con fuerte carácter social ha recibido así mismo el Oscar a mejor actor secundario para Benicio del Toro, el de mejor guión adaptado y el de mejor montaje.
El Oscar a la mejor intérprete femenina resultaba evidente desde que se presentaron la candidatura y la actriz más popular y poderosa de Hollywood, Julia Roberts, ha subido al estrado con la sonora ovación de todos los asistentes. La única sorpresa de la noche la ha protagonizado Marcia Gay Harden, premiada, contra todo pronóstico, como mejor actriz de reparto por su trabajo en Pollock, mientras Cameron Crowe se hacía con el premio a mejor guión original por Casi Famosos y un repentino sentimiento nostálgico premiaba a Bob Dylan por su canción de la película Jóvenes prodigiosos. La mejor banda sonora ha resultado la que acompaña a la mejor película de habla no inglesa de este año, la taiwanesa Tigre y Dragón.
Una gala larga y austera repleta de homenajes y con escaso protagonismo del presentador en la que Javier Bardem no ha ganado un Oscar, pero sí el respeto y admiración de la mayor industria cinematográfica del mundo.
[26-3-2001]