Amalia Casado.- Durante la VI Asamblea de IU, del cuello de los asistentes colgaba una tarjeta con el nombre de quien la portaba y la federación de la que procedía. La tarjeta identificativa de los delegados era roja. Eso significaba que tenían derecho a voto. Los invitados portaban una tarjeta similar, pero era de color verde. Y así era la de Anguita. No tuvo voto en la toma de decisiones. Renunció a él hace unas semanas. Pero sí tuvo voz. Como un dios, con voz de trueno dijo adios, quitándose las gafas y voviéndoselas a poner sin tropezar ni una vez, hablando con soltura y con seguridad, sin trabas.
La responsabilidad de Anguita era exponer el informe de su gestión al frente de la coalición durante los tres últimos años, los que median entre esta VI Asamblea Federal y la V Asamblea Federal que tuvo lugar en abril de 1997. Y en la alocución hubo espacio para la autocrítica, para insuflar ánimo a los compañeros, para las advertencias contra las actitudes faltas de ética y también para el repaso de los éxitos.
El grueso de su discurso partió de la constatación de la realidad de IU. Anguita reconoció las graves derrotas electorales de la coalición, el retroceso afiliativo y la pérdida de capacidad combativa de "una organización que nació y ha vivido en la movilización". Y Anguita reconoció su responsabilidad, "que no culpa" porque "responsabilidad implica señalar el objetivo a corregir para enmendar". Aceptó no haber denunciado comportamientos "indeseables" como la filtración de documentos, comportamiento "que no es propio de la izquierda". Reconoció de forma indirecta que se había producido una fractura dentro de IU al afirmar que "no es malo separarse si es para después unirse". Instó a los delegados a debatir, a criticar y a imputar "pero mejor si esas actitudes vienen acompañadas de una propuesta". Pero recogió una gran ovación, un gran aplauso cuando, tajante, exclamó: "esto merece seguir porque sin izquierda Unida, la izquierda no existe". Fue la primera ocasión en que Gaspar Llamazares y Paco Frutos se unieron en un mismo aplauso. Con el mismo talante concilador que la mayoría de los delegados desvelaban en sus conversaciones en los pasillos, Anguita puso el punto final a su adios garantizando: "sea quien sea el coordinador o coordinadora, sea quien sea, tendrá mi apoyo y mi colaboración. Muchas gracias". Y así, fue, sobre todo, porque el nuevo coordinador general de IU es su elegido, Gaspar Llamazares
Si el viernes se despedía, el sábado por la mañana las federaciones expresaron, en un 64 por ciento, su apoyo a la evaluación de Anguita. Un 15 por ciento no lo aprobó y el 20 por ciento prefirió abstenerse. Julio Anguita intermedió durante la primera fase del proceso asambleario entre Llamazares y Frutos para que ambos alcanzaran una candidatura de consenso. No lo consiguió. Entonces, apoyó públicamente la candidatura de Llamazares porque "creo que es el mejor", ha dicho a La Semana. Ha estado doce años en primera línea de la política, dirigiendo Izquierda Unida con mano dura pero ahora, alejándose a medida que percibe el intento de seguir preguntándole, afirma: "me quedaré en segundo plano, con mucho gusto".
[29-10-2000]