Internacional  La Semana que vivimos - Del 2 al 8 de octubre de 2000 - Número 176  

El pueblo yugoslavo echa
del poder a Milosevic

Txema García.- Más de medio millón de personas se lanzaron a las calles de Belgrado dispuestos a impedir que Milosevic concretase el fraude electoral que había diseñado. La gota que colmó el vaso fue la anulación parcial de las elecciones por parte del Tribunal Constitucional por supuestas irregularidades registradas en Kosovo.

La nueva fecha para la convocatoria de elecciones, según el Tribunal Constitucional, debía coincidir con el final del mandato de Milosevic. Esto hubiese significado una nueva prórroga para Slobodan, quién podría haber legislado a su antojo para obtener mayor poder una vez fuera de la presidencia yugoslava. El anuncio del alto órgano jurídico yugoslavo tornó la hasta entonces pacífica protesta en una sublevación de cientos de miles de personas en las calles de la capital yugoslava.
La población, tras un enfrentamiento con la policía que lo guardaba, logró tomar el Parlamento donde quemaron documentos y retratos de Milosevic. Una vez hecho esto, la siguiente parada de la enfervorizada masa humana fue la televisión estatal, otro de los símbolos del poder de Milosevic. La Policía, que en un principio se mantuvo en su puesto, acabó por unirse, en muchos casos, a la revuelta ciudadana.
La toma del Parlamento y la televisión fueron el epílogo de esta historia, pero los primeros capítulos se fraguaron con la huelga general convocada por la Oposición Democrática de Serbia (DOS) en protesta por el fraude electoral. Milosevic, tras los comicios presidenciales del pasado domingo 24 de septiembre, pretendía imponer su poder a los ciudadanos de Yugoslavia. Unos comicios en los que presumiblemente obtuvo la mayoría absoluta la oposición presidida por Vojislav Kostunica.
La huelga general comenzó a cuajar en las minas de Kolabara y logró paralizar la actividad económica del país. La incertidumbre en todo momento se centró en dos focos. El primero, la posibilidad de que Milosevic ante la revuelta hubiese huido, lo que a la postre se demostró falso ya que permaneció en Belgrado y sin asomo de culpa en ningún momento. La segunda, más preocupante, era cuál sería el papel del Ejército durante la revuelta. Pese a los llamamientos de algunos miembros del partido en el poder para que el Ejército interviniese, los soldados fueron meros espectadores de la iniciativa ciudadana.
[8-10-2000]


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