Nacional  La Semana que vivimos - Del 29 de mayo al 4 de junio de 2000 - Número 161  

Al cielo desde Durango

La Semana.- "No sé si yo iré al cielo o al infierno, intentaré ir al cielo. Lo que sí sé es que iré desde Durango". Jesús María tenía 57 años y dos hijas. No llevará del brazo a una de ellas el día de su boda, prevista para dentro de un mes. Era un hombre llano, sencillo, "una buena persona", dice un miembro del sindicato nacionalista ELA, al que estaba afiliado Jesús Mari. Pertenecía a esta organización desde que trabajaba en una empresa del metal. Por incapacidad, tuvo que dejar de trabajar y desde entonces se dedicaba de forma exclusiva a sus quehaceres políticos.

En el Ayuntamiento de Durango ocupaba un cargo de gran responsabilidad como concejal de Hacienda y de Urbanismo. "Con guardaespaldas o sin él, iré todos los días al Pleno, al Ayuntamiento, a hacerlo lo mejor que podamos". Trece años al servicio de la democracia y de la libertad en el País Vasco se han truncado con un tiro en la nuca. Las advertencias de los violentos se sucedían en su vida durante los últimos meses. Vio sus datos personales en los pasquines propagandísticos que los radicales abertzales, los cachorros de ETA, distribuyen amanazando a todo aquel "que no sea nacionalista" -como versaba uno de los últimos comunicados de ETA-.

Intentaron entrar en su casa, le regalaron la, desde ahora, famosa "botella de agua" el día de Nochebuena, intentando hacerle sentir "vergüenza" por cenar tranquilamente mientras asesinos etarras permanecían en prisión. Un familiar suyo identificó a su asesino: "Un hombre vestido de oscuro". Oscuro como las sombras, como la muerte, como la bala nueve milímetros que acabó con la vida de un hombre que, como cuatro más desde el fin de la tregua de ETA, han muerto por defender sus ideas, la libertad y la democracia.


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Última actualización: Domingo, 4 de junio de 2000