Deportes  La Semana que vivimos - Del 8 al 14 de mayo de 2000 - Número 158  

El camino de 'la Octava'

J. Esteban Gómez.- Martes, 9 de mayo de 2000. El Real Madrid, pese a su lamentable trayectoria en Liga, alcanza la final de la Copa de Europa tras haber perdido por un suficiente 2-1 en Múnich. La clave del éxito de este equipo en la máxima competición continental está, simplemente, en su nombre. Cuando los jugadores del Real Madrid oyen el himno de la Champions League se transforman, y salen a morir por cada balón, por cada saque de esquina, por cada punto. Y es que el escudo de la Copa de Europa pesa mucho en la camiseta del Madrid.

La presente edición empezó calcada a la de la temporada 97/98, año de la última victoria merengue en Copa de Europa. El sorteo de la primera liguilla fue toda una premonición para los blancos, que vieron cómo coincidían, ya de salida, con dos de los tres equipos con los que se enfrentaron en la liguilla inicial de aquella mágica temporada. Oporto y Olympiakos eran las primeras piedras de toque, además del Molde noruego, un invitado de lujo que había eliminado al Mallorca en la ronda previa.

Sin embargo, la supuesta superioridad del Madrid sobre los tres equipos no quedó patente en el terreno de juego. Muchos de los jugadores blancos que triunfan ahora no daban una a derechas allá por el mes de octubre: Casillas era un portero sin futuro, Iván Campo seguía siendo un estorbo para sus compañeros, de Anelka nadie quería saber nada y Helguera era suplente partido tras partido. Así se fueron perdiendo puntos, como los que se dejaron en el infierno griego ante Olympiakos o en el estadio Das Antas ante el Oporto. Al final, el Madrid acabó segundo aquella liguilla, por detrás del club portugués.

LA SEGUNDA RONDA

Fue el Bayern el sorpresón que le deparó el sorteo de la siguiente ronda al conjunto de Chamartín. El equipo alemán era un conjunto potentísimo, con figuras de primera fila y con un Matthäus viviendo los últimos coletazos de su eterna juventud. Además, el temido Dínamo de Kiev, que eliminó al Madrid en la edición del año pasado, y el durísimo Rosenborg noruego completaban el cuadro de la segunda fase.

El Madrid sufrió mucho para pasar a cuartos de final. El Bayern vapuleó a los blancos tanto en el Bernabéu como en el Olímpico de Múnich, y el Dínamo también puso contra las cuerdas al conjunto español. Así, la última jornada se presentó con un partido a cara de perro del Madrid en Noruega, mientras que el Dínamo, que se disputaba el segundo puesto del grupo con el Madrid, recibía en Kiev al Bayern, que ya era primero y no se jugaba nada. Fue el Madrid el que se llevó el gato al agua, gracias otra vez a Raúl y a un impresionante Iker Casillas, que comenzaba a revelarse como el futuro portero del club blanco. El Bayern no opuso resistencia ante el Dínamo en Kiev, y eso encrespó a los jugadores madridistas, que juraron venganza en el próximo enfrentamiento.

Sin embargo, en el siguiente partido, ya en cuartos de final, el Madrid se topó con el vigente campeón, el Manchester United. La eliminatoria fue histórica, y en ella se pudo ver al mejor Madrid de los últimos tiempos, mejor incluso que el equipo que ganó la séptima Copa de Europa hace dos años. Tras el injusto empate a cero en el Bernabéu, el Madrid se jugaba la temporada en Inglaterra a un solo encuentro, y nada menos que en el mítico Old Trafford, el teatro de los sueños. Ese día, los sueños fueron blancos y las pesadillas rojas, ya que el cuadro de Vicente del Bosque jugó el mejor partido desde que el salmantino manda en el banquillo. Desde Casillas hasta Geremi, pasando por Helguera, Raúl y un mágico Fernando Redondo, el Madrid acabó imponiéndose en el santuario del Manchester por un espectacular 2-3, ante la sumisa mirada de los hooligans ingleses que abarrotaban Old Trafford. El Real Madrid volvía a ser el grande de Europa.

Y APARECIÓ ANELKA

Como el campeón ya había quedado en la cuneta, sólo quedaba acabar con el subcampeón para rematar la faena. El Bayern de Múnich volvía a ser el último escollo que superar para alcanzar la final de París, pero, esta vez, fue el Madrid el que arrasó a los alemanes; mejor dicho, fue Anelka el que arrasó a los Khan, Effenberg y compañía. El Bernabéu fue una fiesta en el partido de ida. Anelka volvía a ser titular, y él solito se encargó de poner patas arriba el coliseo blanco, gracias al gol que marcó nada más empezar el choque. Volvía la risa del francés, el abrazo de todos los jugadores y la unión de un vestuario que había sido un polvorín durante toda la temporada. El partido acabó 2-0, y ya sólo quedaban 90 minutos en Alemania para llegar a Saint Dennis.

El partido de vuelta fue un sufrimiento. El Madrid sabía que, si marcaba, estaba en la final. Sin embargo, fue el Bayern el que golpeó primero. Jancker fusiló a Casillas en los minutos iniciales, y Elber puso el corazón de media España en un puño al marcar el segundo, aunque posteriormente el tanto fue invalidado. El Madrid sufría y se descomponía por momentos, pero, en el instante más oportuno, Savio centró a la cabeza de Anelka, y éste metió el balón en la red y al Madrid en la final. Dos años después de la gesta de Amsterdam, el Real Madrid vuelve a soñar con empapar sus vitrinas de gloria europea. En la final espera el Valencia, otro conjunto español, por lo que esta Copa ya está ganada para los españoles antes de jugar el partido.


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Última actualización: Lunes, 8 de mayo de 2000