Cultura  La Semana que vivimos - Del 1 al 7 de mayo de 2000 - Número 157  

Libro, tango y clavel

Ángeles Pariente.- Una Feria del Libro y un Congreso de la Unión Internacional de editores son motivo más que suficiente para analizar el estado actual del libro a la hora de su publicación. Más de 600 editores de todo el mundo lo hicieron durante la semana pasada en Argentina. El libro electrónico, la globalización enfocada a los derechos de autor y la piratería, han sido los aspectos más destacados.

Los editores saben que el libro electrónico es imparable, pero son conscientes de que todas sus formas manejadas hasta ahora lo hacen incómodo y poco atractivo para el lector. Sin embargo, en el Massachussets Institut of Technology, el profesor Joseph Jacobson está desarrollando el sistema de tinta electrónica o e-ink, cuya clave radica en que "en vez de proyectar la luz hacia los ojos del lector, como hacen las pantallas de ordenador, la refleja, al igual que hace el papel convencional". Este libro electrónico tendrá la apariencia de un libro tradicional, se podrá desenchufar y llevar a cualquier lado y estará encuadernado hasta en piel si el usuario lo desea.
El otro gran tema es la globalización que afecta a los derechos de autor. Joëlle Rogé, de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, afirmaba que "resulta paradójico que en un momento en que Internet está eliminando las barreras en la comunicación mundial, tengamos que pensar en poner barreras de otro tipo para que la propiedad intelectual pueda respetarse". La creación de sistemas de captación de derechos en este medio llamado Internet será decisiva para el futuro de un mundo editorial. Y es que las editoriales piratas y la reprografía ilegal están causando graves pérdidas al sector.
Por su parte, la numerosa delegación española desplazada a Buenos Aires pedía como aspecto más relevante el mantenimiento del precio fijo de los libros, esto es, que el editor sea quien fije el precio único de sus libros para la venta al público en todo el territorio nacional, lo que impide a los libreros subirlo o bajarlo según su conveniencia. Con esta restricción vertical de la competencia se consigue paradójicamente una mejora de la competencia, se defiende la pluralidad y la riqueza cultural, permite competir mejor a los pequeños y medianos libreros y salva al libro de una demanda puramente economicista y de una oferta puramente visceral.
[2-5-2000]


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Última actualización: Domingo, 7 de mayo de 2000