SIN CONCESIONES
Un país en ruina
Pablo A. Iglesias.-
Las grandes ciudades están repletas de mendigos en las calles. Pero no son como los de España. Algunos de nuestros indigentes podrían sobrevivir dignamente en un país como Rusia. Eso en caso de que exista el significado de la palabra "dignidad" en Moscú, San Petersburgo, etc. El sistema político de los últimos años ha destruido por completo la confianza de la población. Los ciudadanos sólo se fían del pan que llevan a casa día tras día y que les mantiene vivos en sus casas y en el trabajo. ¡Bendito trabajo! Todas las noches se reza y se da gracias a Dios por conservarlo.
A pocos kilómetros de distancia, la situación es bien distinta. Las súplicas son continuas. Es la única manera de subsistir con vida. La guerra ha acabado con todo, excepto una cosa: el odio a Rusia, que se ha incrementado desde que Putin aumentó su ataque a Chechenia. "Mientras quede uno de nosotros vivo, moriremos por defender nuestra patria" aseguran los militares rebeldes. Son trabajadores que hace meses dejaron su empleo y marcharon a las colinas para vivir bajo tierra y defender lo único que les queda, su orgullo. El resto, ha muerto.
El siguiente en esta lista de víctimas puede ser la propia Rusia. La dimisión de Yeltin ha dejado el país en una situación insostenible. Los problemas son demasiado graves como para solucionarse por sí mismos. Paro, terrorismo, mafia, mendicidad... el país es una auténtica ruina en manos del comunismo. Paulatinamente, ha cedido por necesidad a la presión del capitalismo. Rusia no puede subsistir sola. Microsoft tuvo que solucionarle los posibles problemas por el Efecto 2000 días antes del nuevo año. Y ahora, si nada ni nadie lo remedia, tendrá que ser la ONU o la OTAN quien ponga fin a la Guerra de Chechenia. Antes o después, Putin tendrá que rendirse, ante los rebeldes o ante el resto de las potencias mundiales.
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