SIN CONCESIONES
El Efecto 2000
Pablo A. Iglesias.-
Llegó el 2000 y con él, su Efecto. Pero, gracias a Dios, no pasó nada. De momento, el nuevo año -que no siglo ni milenio- ha comenzado con paz y alegría. Mas nadie sabe como terminará, especialmente, en el País Vasco. Allí, el Efecto 2000 puede llegar con retraso. Aunque sus consecuencias se van a sufrir en Madrid. Aquí es donde la organización terrorista ETA pretende dar su primer golpe. Ojalá no sea así. Pero el único Efecto 2000 posible quizá sea un atentado. Con él, la banda armada pondría fin a más de un año y medio sin muertes ni asesinatos. Aunque con violencia callejera.
El año 2000 debe convertirse en el de la consolidazión de la paz y la convivencia en Euskadi. Que así sea. Tan sólo depende de ETA, pero sería el mejor modo de poner fin en España a la Historia del Siglo XX. Para ello, los asesinos deben renunciar a las armas, aceptar la fuerza de la política, defender el sistema democrático y tolerar a todos aquellos que son distintos a ellos, o sea, a todos nosotros. Las elecciones de marzo serán el mejor examen para comprobarlo. ETA debe apostar por el sí o el no a la violencia y olvidar un supuesto boicot de los comicios generales.
Pero la banda armada no es la única con responsabilidad en este proyecto. Casi igual de culpa tienen el resto de las participaciones políticas. En especial, Eusko Alkartasuna y el PNV. Ellos son, por geografía e ideas, los más próximos al ambiente batasuno de ETA y Euskal Herritarrok y ellos son los principales encargados de trabajar en favor de la paz y la democracia vasca. Hay que hacerlo siempre, no «a veces sí, generalmente no». Sólo así se evitaría el temido Efecto 2000. Por eso, en este inicio de fin de Siglo ruego a Dios y a todos los Reyes Magos que regalen a las próximas generaciones vascas un futuro de paz. Para que ellos recuerden siempre el 2000 como la semilla fruto de la paz del País Vasco y de todos sus corazones.
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