EL REDCUADRO
El patio de su casa
Antonio Burgos.-
Todos los aficionados lo recuerdan. Toreaba un día José Gómez Ortega en la Monumental de Sevilla. Era la plaza hecha a su medida por el empresario Lissén. Las dos Españas eran taurinamente Joselito y Belmonte. Juan tenía el monopolio de la Maestranza, el mimo de su empresario. José, siendo José, era ninguneado en su propia tierra. ¿Solución? Hagamos una plaza tal que los siglos venideros se proclamen gallistas. Así fue como Joselito rompió el monopolio maestrante. Hizo igual que El Cordobés luego con la portátil "La Guerrillera", pero con hormigón. Y en aquella plaza a la medida de los gallistas para escarnio de belmontistas, una tarde tuvo Joselito un triunfo sonado. Gregorio Corrochano lo contó en una de sus crónicas, de las de texto ya olvidado pero con título de mármol para la eternidad, como "Es de Ronda y se llama Cayetano". Corrochano inmortalizó aquella tarde de la Monumental con un título redondo: "Joselito torea en el patio de su casa".
Si Corrochano volviera (aparte de que yo sería su mozo de espadas, qué gran revistero era) y se dedicara a la crónica política en vez de a la taurina, viendo el anuncio de Almunia sobre el encabezamiento de las próximas listas socialistas por Sevilla, pondría un título: "Felipe torea en el patio de su casa". Nunca había toreado. Se fue a Madrid a confirmar la alternativa (alternativa democrática, como se decía en la transición), y tanto éxito tuvo que se quedó para siempre en los carteles de Las Ventas. González como cabecera de cartel en Sevilla, a sus años, tendrá algo de Antoñete en la Goyesca de Antequera, de Romero en el "Don Juan" de Távora. Gozo de los vencedores del tiempo. Hablamos mucho de que, a sus años, Romero y Antoñete siguen toreando, pero anda que González... Ahí lo tienen, anunciado en Sevilla como un debutante. Viva estampa de una novela de Manuel Halcón: tras haber corrido mucho mundo, el señorito vuelve a su cortijo.
La frase suele estar equivocada, pues gana su silla el que se va de Sevilla. Gana su silla en Madrid, que es donde importa. González ganó su silla en Madrid. Por eso mismo, por el prestigio del centralismo, ganó los partidos en su tierra como el Sevilla F.C. de Helenio Herrera: sin bajarse del autobús, yendo en helicóptero a comer croquetas a casa de su hermana Lola. No le hacía falta volver a Sevilla ni a la foto de la tortilla, que era la rima tópica en plan manzanilla y mantilla. El triunfo lo tenía asegurado como cabeza de lista en Madrid. Los tiempos pasan, otros son los clamores de antaño. Joselito ya no puede cortar orejas en Las Ventas, y por eso tiene que venir a torear al patio de su casa. Hombre, alguna ventajilla ha de tener estar en figura hace más de veinte años. Y más ahora, que se ha librado de la corná de un toro de Garzón.
[Ofrecido también en EL MUNDO: 25-11-1999]
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