| Cultura | La Semana que vivimos - Del 7 al 13 de junio de 1999 - Número 114 |
Marta Fdez. Olalla.- Ahora resulta que los restos del pintor Diego Velázquez y su esposa, Juana Pacheco, quizá se hayan encontrado en la iglesia de San Plácido, a la que habrían sido trasladados desde la dependencia de San Juan en la que fueron enterrados. La minuciosa labor investigadora de Sánchez-Barriga y Sancho Ronda ha revelado las vinculaciones entre Velázquez y el convento de San Plácido.
Al Arzobispado corresponde ahora autorizar la investigación forense de los restos que podría arrojar conclusiones casi definitivas. La sigilosa tarea de los estudiosos no goza de los beneficios de los espectaculares trabajos de espeleología cultural a cielo abierto de los que disfrutan los curiosos y vecinos de la plaza de Ramales. Hay quienes no conciben la política cultural sin la fanfarria circense del "más difícil todavía" o del estrépito de las exclusivas, muestras de la dispensación gratuita del favor informativo.
Los primeros pasos para encontrar el lugar en el que están depositados los restos de Velázquez se dieron en 1994, al descubrir, bajo la mesa del altar de la capilla de La Inmaculada, la existencia de dos cadáveres: el cuerpo de un Caballero de la Orden de Santiago y el de una mujer. En aquel momento no se dio mayor importancia al asunto, y volvió a cerrarse el ataud, dejando en el interior un acta firmada por la Madre Abadesa y por el Delegado Diocesano del Arte. Este último afirma que fue entonces cuando tomó unas fotografías del hallazgo para su investigación, que quedaron custodiadas en el convento después de destruir los negativos. Por el momento, solamente nos queda esperar pruebas más concluyentes, como la del ADN.
[9-6-99]
Ana Arenas Sánchez.- El escenario elegido fue el estadio de La Peineta. Allí, después de una hora de pruebas y tensión, los 112 altavoces del equipo de sonido transportaron el rock and roll desde Bruce Springteen, el Jefe, hasta su público. Al fondo se podía ver un cielo azul con algunas nubes. Alrededor de 20.000 personas, todas ellas auténticos fans, acudieron a una cita que duró casi tres horas. El escenario era tremendo. Dos pantallas de vídeo con una imagen de gran calidad, junto con unas cámaras que emitían un documental en tiempo real, consiguieron que fuera una noche mágica para todos.
Las canciones iniciales fueron "My love", "Will not", "Let you down" y otras canciones tristes, que formaron la apertura de uno de los conciertos más esperados del año. La soledad y la desesperación, temas principales en toda la obra de Bruce Springsteen, llegaron con "Darkness on the edges of town". Algunos solos de guitarra como el que protagonizó Nils Logfren, dieron una nota diferente a la velada. Todo ello se mezcló con las carreras que se dio el Boss a lo largo de todo el escenario para comprobar la alta temperatura que tenía su público.
Fue una noche especial que ya tocaba a su fin. El público no quería aceptar el final de lo que tanto había ansiado, a lo que Springsteen tuvo que ceder con algunos temas más. Antes de terminar, premió a sus oyentes con una lectura de una nota en castellano en la que daba las gracias a todos por la buena acogida que ha tenido siempre a su música, y en especial los últimos conciertos ofrecidos en España. Después tocó un tema nuevo, "The land of hope and dreams" y el concierto se acabó.
[7-6-99]