Opinión  La Semana que vivimos - Del 5 al 11 de abril de 1999 - Número 105  

La guerra dialéctica de Yeltsin

Alpachyno.- Si no fuera porque una guerra jamás puede tomarse a risa, pasaría la semana carcajeándome de Boris Yeltsin. Yo creía que la III Guerra Mundial era el nombre de una película de Steven Spilberg. Algo parecido a "Salvar al soldado Ryan". Es decir, que nunca saldría de la Gran Pantalla. Ahora, con las amenazas del presidente ruso, o nos echamos a temblar todos o nos partimos de risa. No hay término medio. A lo mejor le dan el Oscar al mejor actor secundario en la próxima edición de las estatuillas doradas. O quizá Yeltsin quiera convertirse en actor principal de la Guerra de Yugoslavia para aspirar al gran Oscar de los intérpretes.
Para que Rusia pudiera combatir con la OTAN en Yugoslavia, tendría que alistar en su jército a Mc Guivert. Sólo él podría convertir el anquilosado y obsoleto poderío armamentístico de Moscú en una amenaza militar para los países de la Alianza Atlántica. Para Milosevic, es la única esperanza. Sabe bien que sólo Yeltsin puede parar los pies a la OTAN. No mediante la fuerza, sino a través de la amenaza y la presión. Lo cierto es que las palabras de Boris Yeltsin se han convertido en el único apoyo que recibe Serbia. Y es así como pretende evitar una invasión nortemericana en Yugoslavia, mediante la Guerra Dialéctica que practica el Kremlin.
El ataque terrestre aliado disolvería el ejército de Slobodan Milosevic en motas de polvo esparzidas por los Balcanes. Después, llegaría a Belgrado. Y allí, pondría fin al régimen de Milosevic. Por eso defiende Rusia al único líder europeo que todavía deposita sus esperanzas en un régimen comunista. Por eso, y porque la Duma tiembla de miedo al imaginar las tropas americanas a escasos metros de la frontera rusa.


El petardo del petardo del Grapo

Antonio Burgos.- Por si faltaran bombas que tiran los fanfarrones, los tirabuzones del petardo del Grapo en el Valle de los Caídos, qué antigüedad, el Valle de los Caídos, qué petardo, poner un petardo en el Valle de los Caídos. Los grapos empezaron atracando bancos y han terminado quemando bancos, pero de basílicas. A los sesenta años de terminada la guerra, demuestran que gracias a Dios están en 1999 más cautivos y derrotados que el Ejército leal a la República en 1939. La pena es que nadie se había acordado, afortunadamente, de los 60 años del Día de la Victoria, del Día de la Derrota, gloriosamente superado, cuando vienen estos tíos a recordarlo. Lo cual, aparte de inútil, es incomodísimo.
Otra vez tenemos todos que empezar a ejercer de Abuelo Cebolleta, hasta los que no tenemos nietos: "Pues mira, hijo, el Valle de los Caídos es que una vez, Franco... ¿Y quién era Franco? Pues Franco era un militar que se sublevó contra la República. ¿Como Pinochet? Bueno, más o menos, pero sin Garzón y sin romperle las manos a Víctor Jara, sino asesinando a García Lorca y haciendo que muriera medio millón de españoles. Entonces, ¿Franco está ahora también en Londres y lo tienen que traer al Valle de los Caídos para cumplir condena? No, hijo, Franco ya está en el Valle de los Caídos, tieso como una mojama... ¿Y a cuántos años condenaron a Franco por genocidio? A cuarenta años, hijo, pero no condenaron a Franco; nos condenaron a todos nosotros a cuarenta años de franquismo, y, encima, ahora nos condenan a recordarlo una vez más estos condenados del Grapo, como si fuéramos pocos en casa con los petarditos dichosos. Qué petardo...
Publicado también en EL MUNDO, Tres a Raya: 11-4-1999.


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Última actualización: Domingo, 11 de abril de 1999