Opinión  La Semana que vivimos - Del 29 de marzo al 4 de abril de 1999 - Número 104  

Siempre pierden los mismos

Alpachyno.- La OTAN mantendrá los bombardeos durante mucho tiempo. Y no sólo porque lo haya aseverado Bill Clinton. Sabemos que al presidente de los EE.UU. le gusta manejar el gatillo a diestro y siniestro. Pero el caso es que la guerra de la extinguida Yugoslavia duró cuatro años. La OTAN carece de medios para continuar los ataques durante tantos meses, pero tirará bombas en los Balcanes hasta que Milosevic acepte un final pacífico que, de momento, se antoja imprevisible. El presidente serbio ha rechazado una y otra vez todas las propuestas de diálogo. Además, su obcecación en formar una Gran Serbia le ha empujado a destruir uno por uno a sus vecinos yugoslavos.
Bosnia, Croacia y Kosovo han padecido el nacionalismo exhacerbado de este montenegrino de nacimiento. Para colmo, algunos preven un golpe de estado en su región natal para aumentar su poder. Pero Milosevic es más listo que todo eso. De momento, ha destruido uno de los invisibles aviones norteamericanos F-117. Ha capturado a tres soldados aliados. Maneja a su antojo y beneficio la televisión serbia. Además, ha mostrado en público al supuestamente asesinado líder kosovar, Ibrahim Ruvoga. Y ha logrado que éste solicite por televisión el final de los ataques de la OTAN. De este modo, Milosevic es el único vencedor moral de esta guerra.
Perdedores hay muchos. Para empezar, el millón de refugiados kosovares que han huido de sus casas y se agolpan en las fronteras de Macedonia y Albania. Allí morirán de frío y hambre mientras que llega la ayuda humanitaria de los países desarrollados. Nadie la había previsto. Han tenido que pasar quince días con partes de guerra para que Blair, Jospin, Clinton y Aznar mencionen la urgente necesidad caritativa. Ahora llegan las prisas. Pero ya han muerto más de un centenar de personas en una guerra que se antoja larga. La OTAN quiere castigar a Milosevic y Milosevic, a los kosovares. Hasta ahora, quienes huyen son los ciudadanos de origen albano. Y quienes lloran son los los familiares de los prisioneros y muertos de guerra.


Cuando la guerra es humanitaria

Antonio Burgos.- Lo que más me gusta de la Guerra de Kosovo es lo que estamos aprendiendo de lenguaje. Parece una clase de lengua, que vamos a aprobar por curso. Con tres editoriales que te leas y dos telediarios que veas, estás en condiciones de hablar el lenguaje de lo políticamente correcto. Por ejemplo, la guerra de Kosovo no es una guerra. Es una acción humanitaria, desencadenada para remediar una catástrofe humanitaria, porque las acciones humanitarias ahora se desencadenan, se declaran, estallan. En Kosovo ha estallado una acción humanitaria. En Hiroshima y Nagasaki también estallaron, como ustedes bien saben, dos acciones humanitarias bastante considerables, con el nobilísimo fin de poner fin a una catástrofe humanitaria. Las acciones humanitarias, hasta ahora, eran cuestión de Médicos sin Fronteras, de Cáritas, de Manos Unidas, del Domund y esas cosas, ¿no? Pues olvídenlo. Las acciones humanitarias ya no son cosa de ONG, salvo que entendamos a la OTAN como una ONG. (Y quizá lo sea).
Y como esto no es una guerra, cuando los que están frente, que tampoco son el enemigo, capturan a tres de los nuestros, pues no son prisioneros de guerra. Son rehenes. O sea, los tres soldados americanos capturados por el gobierno servio son, como ustedes bien saben, exactamente iguales que, un suponer, Ortega Lara. Como esto no es una guerra, no hay prisioneros de guerra. Por cierto, que de los tres (digamos) secuestrados, dos son hispanos: Ramírez y González, lagarto, lagarto... Con la de apellidos que hay entre los hispanos de Estados Unidos, ya es mala suerte, que nos capturen precisamente a González...
Publicado también en EL MUNDO, Tres a Raya: 4-4-1999.


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Última actualización: Domingo, 4 de abril de 1999