Ha sido lo más comentado de este miércoles en la sesión de control del Congreso de los Diputados. Rajoy escapaba por la escalera del fondo para no dar explicaciones a los periodistas sobre la nueva crisis que tiene abierta en el PP a cuenta del nombre del próximo presidente de Caja Madrid. Mientras, Zapatero se paraba ante las cámaras y conversaba tranquilamente sobre el futuro de la entidad financiera. Dos maneras distintas de comportarse, dos maneras diferentes de afrontar los problemas.
La sorpresa ha llegado con la confesión de Zapatero. "Yo no soy contrario a Rodrigo Rato", ha venido a decir. El presidente del Gobierno aceptaba así que el ex ministro de Economía pueda acabar sentado al frente de Caja Madrid, tal y como quiere imponer Mariano Rajoy a Esperanza Aguirre. Lo más curioso es que el deseo de Rajoy choca frontalmente con los intereses de la presidenta de la Comunidad de Madrid y que, al final, ha encontrado un aliado en su principal adversario político.
Zapatero ha echado así una mano a Rajoy para que Rato sea el próximo presidente de Caja Madrid. Sin embargo, al mismo tiempo le ha forzado a mantener el pulso con Esperanza Aguirre para que el elegido no sea Ignacio González. Si en última instancia no es Rato, Rajoy no podrá utilizar al Gobierno de Zapatero como excusa. Si no es Rato, será que Rajoy ha vuelto a perder un órdago planteado por Aguirre.
Moraleja: cuando en política el enemigo apoya tus pretensiones, suele ser que te está clavando un puñal al mismo tiempo que te da palmaditas en la espalda.
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