Opinión  La Semana que vivimos - Del 28 de diciembre de 1998 al 3 de enero de 1999 - Número 91  

Carta a los Reyes Magos

Alpachyno.- Estimados Melchor, Gaspar y Baltasar:
¡Qué importa si en el año recientemente terminado fuimos buenos o, por el contrario, pecamos de maldad! Lo realmente trascendente es aprender a ser mejores día a día. Creo yo que el ápice más importante reside en ser diariamente más personas, a valorar más lo que tenemos y a saber ser humildes. Vosotros sabéis bien lo que a cada uno nos corresponde: carbón, regalos, un tirón de orejas... o quizá todas ellas, luego no voy a ser yo quien lo diga.
Para el nuevo año 1999 me gustaría extender mi felicidad al resto de los mortales. Que todos pudieran sentir la misma tranquilidad y satisfacción que experimento diariamente cuando me levanto. Que en todos los rincones del mundo, la gente viviera en libertad, sin miedo a las represiones, a los tiranos y a los abusos de algunos mal nacidos. Que todos vieran con sus ojos lo hermoso que resulta ser libre en ese mágico equilibrio que se establece entre mi libertad y la del otro, mi vecino.
Ojalá, queridos Reyes Magos, en vez de dejarme las zapatillas repletas de presentes, pudieras este año revosar los corazones de todos los niños del mundo de una alegría eterna que durara de por vida, para que las pantallas de televisión iniciaran los telediarios con expresiones inocentes repletas de felicidad. Estoy harto de leer noticias a cerca de mujeres maltratadas y de asesinatos en serie que convierten nuestra sociedad en un infierno indigno de nuestra existencia. Sería conveniente que regalaráis un poco de cordura entre los máximos dirigentes de nuestra hermosa Tierra para acabar de una vez por todas con el caos.
Asi que, en este penúltimo año del milenio, queridos Melchor, Gaspar y Baltasar, no deseo ningún tipo de regalo. Y como no soy quien para desear justicia para Pinochet, Vera, Barrionuevo o la Mesa de HB; ni tampoco se me ocurre rogar por el fin de la política ambigua de Arzalluz ni por los oportunistas ataques de Clinton en Bagdag; y ni siquiera anhelo un exitoso futuro deportivo para cada uno de nuestros respectivos equipos de fútbol, baloncesto, etc.; lo dejo en vuestras manos. Para este año, tan sólo quiero que por fin reine la paz en Kosovo, Irak y el País Vasco; que no allá más huracanes Mitch ni George ni de cualquier otro nombre; que por fin tomemos conciencia de la importancia que supone empezar a cuidar el planeta y que entre todos podamos construir un mundo un poquito mejor.
Queridos Reyes Magos. Sé que son muchas cosas, pero no son para mí ninguna de ellas. Si acaso pido la Luna, confío al menos en que entre todos podamos lograr que al año que viene pueda daros las gracias por darme, ojalá, tan sólo uno de estos presentes. Muchas gracias.


San Euro, bendito y alabado

Antonio Burgos.- Apunten el nuevo santoral: 31 de diciembre, San Silvestre Vallecano, corredor, aunque el ganador de este año, el que de verdad ha corrido, Barrionuevo, ni siquiera ha tenido que ponerse el dorsal en el chandal, pues tras el indulto de diseño ha llegado en un revolotío desde Guadalajara a su Almería natal en menos que Rato rebaja en un punto la tasa de inflación. Y el 1 de enero, en vez de San Manuel, como antes, esta vez era San Euro, Bendito y Alabado. Hablan todos del euro como si fueran una medallita milagrosa de la Virgen del Carmen, como onza de oro con la Guadalupana. Dirán que vivimos en una sociedad civil, donde todo rito religioso de Navidad y Año Nuevo ha sido sustituido por el ceremonial civil de la tarjeta del Cortinglés. La verdad es que hemos asistido a la canonización del San Euro. Dios mío, qué santurronería con el Euro... Ni que fuera San Pancracio y San Judas Tadeo, en una sola pieza de circulación legal. No es el Año Santo Jacobeo, como piensa Mariscal de Gante mientras lee la consagración de España al apóstol. La puerta que ha derribado el arzobispo de Santiago con un martillo de plata ha sido la puerta de la peseta, y el Año Santo que se ha inaugurado ha sido el Año Santo de Euro.
Como agnóstico que no cree en San Euro, tampoco creo que desaparezca la peseta. La peseta ha desaparecido ya de la circulación hace muchos años. Que me digan a quién le dan la vuelta de una peseta si paga en las rebajas de enero alguna mercancía tocaya del año nuevo, que tenga un precio de 1999 pesetas. Llegamos a San Euro teniendo al duro de mínima moneda circulante. Dicen que desaparecerá algo que ya no existe: la peseta.
Publicado también en EL MUNDO, Tres a Raya: 3-1-1999.


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Última actualización: Domingo, 3 de enero de 1999